Durante el siglo XIX se desarrollaron las ciencias dedicadas al estudio y organización de la Naturaleza: ese entorno que podía dominarse y poner a servicio del hombre con el uso de la razón. De tal forma, para finales del siglo XIX existía ya una taxonomía botánica consolidada y, para el caso de nuestra flor, la Tigridia, tenía adjudicada ya un género, contaba con descripciones y se habían identificado varias especies.
Portadilla de la revista científica "La Naturaleza", compendio de 1897.
La flora y fauna de la República mexicana fue estudiada y descrita por numerosos personajes de relevancia; entre ellos José María Velasco quien, durante el último tercio del siglo XIX, colaboró en las tareas de coordinación y también como ilustrados en una revista científica llama “La Naturaleza”, a cargo de la Sociedad Mexicana de Historia Natural (Trabulse, 1992).
Ilustración de Loelia superbiens, orquídea. Acuarela de R. Montes de Oca y J.M. Velasco (fuente: Trabulse, 1992).
Ilustración de aves del Valle de México. Acuarela de R. Montes de Oca y J.M. Velasco (Trabulse, 1992).
Entre los corresponsales de esta revista destaca Alfredo Dugès, médico naturalista franco-mexicano, quien también colaboró con estudiosos estadounidenses desde su lugar de residencia: el estado de Guanajuato. Todo parece indicar que dedicó su energía física y su actividad intelectual al estudio de la flora del estado, donde vivió y trabajó por cerca de 50 años (Zamudio, 2017).
Dugès tenía también un buen conocimiento de la historia botánica del país, pues en sus obras y artículos publicados hace referencia a los trabajos de Francisco Hernández, Mociño y Humboldt. Gracias a su minucioso trabajo publicó Flora y Fauna del Estado de Guanajuato (1895-1896), donde incluye los nombres científicos de 77 familias y 269 especies vegetales, algunas de las cuales se llaman dugesii, precisamente porque fue Dugès quien las descubrió (Zamudio, 2017).
En 1895, el año de su fallecimiento, la revista “La Naturaleza” publicó un interesante artículo de Dugès titulado: “Un nuevo jahuique”. Jahuique o Xahuique había sido referido por Hernández como otro nombre para la planta de la Tigridia (entre ellos cacomitl, oceloxóchitl). El texto en cuestión trata de la descripción y caracterización de la Tigridia dugesii ser. Wats.
La publicación resulta relevante pues menciona otras especies de tigridias, como la Tigridia pavonia y la Tigridia Van Houitei. Explica también que estas plantas eran vendidas en el mercado de Guanajuato para su consumo como alimento: después de cocinados tienen un sabor muy parecido al de las castañas. En particular, la "Van Houitei" la conseguían de "las montañas cercanas a Silao".
Tigridia vanhouteii, una de las especies de Tigridia que menciona Dugès.
Además de estos textos, Dugès proporciona la ilustración científica de la Tigridia dugesii. Vale la pena recordar que los dibujos botánicos, ya desde el siglo XIX, debían seguir ciertas normas y convenciones: presentar la flor desde cierto ángulo, con un corte transversal, describir las partes relevantes de su morfología.
De acuerdo con lo anterior, la ilustración de Dugès tiene las siguientes especificaciones:
1. Planta entera; 2. piezas externas; 3. piezas internas del periantio de diferentes lados; 4. fruto; 5. el mismo, visto por su extremidad; 6. ovario cortado; 7. óvulo; 8. flor vista de perfil; 9. androceo y gineceo de perfil; 10. los mismos, vistos por encima; 11. planta con frutos y una hoja bien desarrollada.
Las figuras 1 á 8 son de tamaño natural; las 9 y 10 aumentadas; la 11 cosa de un tercio de su tamaño.
Tigridia dugesii, observada al pie de carretera en Jalisco (fuente Naturalista, aquí).
Fuentes:
Graciela Zamudio (2017), “La práctica botánica de Alfredo Dugès a través de la red de naturalistas decimonónicos”, en Estudios geográficos y naturalistas, siglos XIX y XX, México, UNAM.
Elías Trabulse (1992), José María Velasco: un paisaje de la ciencia en México, Toluca, IMC.